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domingo, 17 de abril de 2022

Cap 20 Remordimiento: El amigo de la culpa

 Volador@ ¿Qué hay?. Una nueva semana dispuesto a nuestro pequeño encuentro para cuidar nuestro interior y nuestra mente. ¿Has empezado a probar la sensación de vértigo de la que hablamos?. Es necesario ir tomando contacto para que nos vayamos acostumbrando a nuevas sensaciones que no recordamos pero que forman parte de nosotros. Una vez más agradezco tu fidelidad semanal y a esos 85 suscriptores que han apostado por creer en uno mismo. Vamos a tomar pista para vivir las sensaciones que producen la aventura de El Vuelo del Ser.

Hoy vamos a tocar un tema que, como prácticamente, casi todo de lo que hablamos forma parte de nuestro día a día. Me refiero a lo que conocemos como "remordimiento". Vamos a partir de su definición porque es importante entender a qué nos referimos "sentimiento que experimenta una persona cuando cree que no ha actuado de manera correcta". Quien, hoy día , no ha experimentado dicho sentimiento y quien no se machaca constantemente con ello. Pues bien, hoy quiero que pienses en este mito que nos castiga constantemente y que es otro de nuestro enemigos más férreos de nuestro ser.

El remordimiento es un elemento que va muy ligado a otro, del que ya tuvimos ocasión de hablar. La culpa. ¿Te acuerdas?. Si no tuviste ocasión, te remito al capítulo 6 dónde tuvimos ocasión de experimentarla. Si la culpa nos producía daño, el remordimiento es esa sensación placentera de sufrimiento que usamos para extender la sensación de autolesión y daño que, inconscientemente, nos produce placer. Y es que aunque el ser humano no lo crea, nos sentimos mejor en los momentos en los que nos lastimamos o sufrimos que en los momentos de más bienestar o felicidad. Sino, párate a pensar un momento, mira hacia atrás y pon en una balanza los momentos buenos y malos de tu vida. Seguro que la balanza de los malos está desbordada de pesas y la de los buenos está bien alta porque no puede soportar el desequilibrio que produce el peso del sufrimiento y la culpa.

Pues bien, hoy vamos a tratar de aligerar un poco dicha balanza porque vamos a tratar de eliminar algunas pesas. Nos vamos a centrar, por hoy, sólo en el remordimiento. Partiendo de su definición que hemos visto antes, si te fijas el remordimiento no es otra cosa que un instrumento mental creado por nosotros mismos para acrecentar nuestra sensación de malestar. Es muy amigo de la culpa porque se complementan. Pero ¿por qué sentimos remordimiento ante algo que hemos hecho? Piensa que cuando ya has hecho algo, es una situación que ya no puedes evitar porque ya ha ocurrido, osea, que es pasado. Y el pasado, como su propio nombre indica es algo que no se puede modificar. Ahora bien, el remordimiento surge por esa necesidad de lastimarnos o autocastigarnos cuando creemos que hemos hecho algo que clasificamos como malo. Ya ha vuelto a la palestra la palabra clasificación. Si te das cuenta. Todos nuestros pensamientos o actuaciones tienen una necesidad perentoria de ser clasificados y ordenados por nuestra mente para buscar la sensación, en función de su clasificación, de bienestar o malestar.

Sé que lo que hoy te quiero plantear es algo que excede un poco de nuestro punto de vista más racional, pero me he dado cuenta de que cuanto más racional u observador eres, más puedes entender al ser humano y más te puedes dar cuenta de la cantidad de instrumentos que tiene el ser humano para experimentar las sensaciones que producen dolor y sufrimiento. Yo te puedo asegurar que cada día lo voy implantando mucho más en mi ser: dejar de sufrir. Esa sensación es indescriptible, pero te puedo asegurar que sólo depende de ti. No hay nadie que te pueda ayudar a ello. Sólo tu y nadie más tienes la fórmula secreta de que eso cambie en tu vida. Por eso, hoy quiero invitarte a que trates de apartar de tu vida, sino de forma definitiva, que vayas probando la sensación de remordimiento.

Usa un poco tu cabeza para razonar qué te produce. Si algo ha ocurrido y no tiene posibilidad de cambio, no queda otra que asumir dicha situación. Lamentarse de hacer algo que ya, de por sí, es imposible remediar, no tiene razón de ser y más si para lo que sirve es para hacernos daño. Por eso, es necesario tratar de no lastimarnos con esa sensación que produce el remordimiento. Algo que va muy entroncado con "el pasado" de lo que tendremos ocasión de hablar y experimentar en algún que otro vuelo. Pero, no nos desviemos, que ya sabes, que yo soy experto en ello, subo y bajo con gran facilidad. Es lo que produce la sensación de libertad del ser cuando abres tu mente a la realidad de nuestro interior. Por ello, te voy a pedir que dediques un momento a pensar ¿en cuántas ocasiones en tu vida te has lastimado o sufrido por ese remordimiento que, en muchas ocasiones, hasta ha sido infundado?. Porque esa es otra, el remordimiento es un instrumento de creación propia, porque no suele producir un daño a un tercero. Por ejemplo, cuando engañas a alguien y ese tercero ni si quiera se entera. Pero, nosotros que somos muy justicieros, ya nos autocastigamos.

Ese remordimiento tiene su reminiscencia histórica en la sensación de pecado o hacer algo no reconocido socialmente. A través de la sensación de castigo como que nos sentimos mejor por haber cometido eso que llamamos fechoría. Pero el ser tiene que ser libre en todas sus facetas. Si engañas a alguien es porque tu has querido y tienes que asumir dicha realidad. Además, cuando engañas a alguien, en realidad, a quien engañas es a tí mismo, igual que cuando mientes. Entiendo que en esta sociedad es muy complicado vivir siendo transparente y diciendo siempre la verdad pero, si no lo haces por el motivo que sea, no procede luego el autocastigo que produce el remordimiento. En realidad, hay que aceptar que nuestros actos forman parte de nuestra vida y que no podemos evitarlos, por mucho que queramos. Por tanto, no sirve de nada luego salir por la tangente.

Puedo entender que el tema de hoy es un poco peliagudo e incómodo, como casi todo lo que te propongo pero ya sabes que mi labor de encuentro semanal no es otra cosa que traer a tu mente ciertos aspectos en lo que no piensas de forma cotidiana en tu vida pero que, sin embargo, vives y sientes a diario. No te voy a dar la receta de su liberación pero si creo que e importante detenernos en ello, de vez en cuando, aunque sólo sea en estos diez minutos que dedicamos. El hecho de que te lo plantees unos minutos, para mi me doy por satisfecho. Ahora tu decides en cuánto quieres profundizar. Lo comparto contigo porque como, en muchas otras cuestiones que he compartido, me he lastimado mucho con ello y me he dado cuenta que el fustigador he sido yo mismo por no ser consciente de aceptar la realidad que a cada uno nos toca vivir. A veces, con mejores experiencias o peores. En realidad, el fin último de todo esto es aprender a disfrutar de todos los acontecimientos o sensaciones que experimentamos a lo largo de nuestra vida. Nos toque el capítulo que nos toque. Al final da igual.

La vida es sólo una, no la malgastes en dedicar atormentar tu ser. Todo lo que experimentas forma parte de ti y de lo que un día te llevarás, una vez abandones este viaje. Con esta pequeña frase me voy a quedar y nos vamos a disponer a bajar en altura porque este vuelo nuevamente llega a su fin. Antes de darnos de bruces contra el suelo o la realidad de nuestro día a día, desearte que hayas disfrutado y, como siempre, agradezco tus comentarios y like al video. Nos encontramos la próxima semana de nuevo por estas alturas. Un inmenso abrazo.

En Motril  16 de Abril 2022

Javier Mercado      

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